Se supone que cuando uno se dispone a comprar algún producto, sobre todo si es de alimentación, desea saber lo que compra, su calidad, su composición y su precio. Antes, a las abuelas les bastaba con lo que el tendero les contaba sobre lo que iban a comprar, porque el tendero vendía los productos. Hoy el producto se vende por sí mismo: por su marca, por su imagen, por su colorido, por su forma... Existe una compleja tecnología que permite hacerlo.
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